... Y mientras caminaba por los interminables cráteres lunares, descubrí que la luna no es como la pintan. Ni tiene queso ni hay un conejo. No es igual a la tierra y tampoco es mejor… Bueno, quizá un poco.
Tuve la fortuna de alejarme de la tierra cuando el banquete antropofágico empezó. Se preguntarán entonces ¿Cómo hice para ascender hasta La Luna? Pues bien, yo tampoco tengo respuesta. Pero creo que sucedió cuando después de mucho caminar y caminar, encontré la ubicación del portal. De ese portal desconocido para muchos, pero anhelado por otros, que es capaz de liberar la mente de tu cuerpo. Eliminar las ataduras para así ser más liviano que el mismo aire. Poder viajar guiado por el viento, y demostrar a los pájaros que no son nada.
Atravesé el portal y me encontré con una escalera… Bien, la escalera… no era una escalera bonita, no estaba adornada, ni mucho menos pienso describirla. Sencillamente porque no lo deseo. Al llegar al final de la misma, me encontré con una puerta… ¡Ah, Qué puerta tan grande!... Pero no la pude abrir. Así que la rodee. ¿Rodearla? Sí, estaba sobre una nube, pero no la ocupaba por completo. Después de sobrepasar la puerta, estaba esa luz… Esa luz que solo es digna de los beatos, de los ángeles y de los santos en general, pero no me interesa. Yo quiero tener una igual. Me acerqué y cuando puse mi píe derecho sobre el lugar donde iniciaba la luz, empecé a subir de una manera inesperada. Mi píe derecho se convirtió en mi guía durante el resto de viaje hasta la luna… Subí de cabeza por cierto. Mis píes arriba y mi cabeza abajo… Fue allí cuando llegué a la luna, y descubrí que estaba sola, deshabitada… Ni queso, ni conejos… ni marcianos. Nada, solo yo y los cráteres gigantes…
Pero… ¿sabe algo doctor? creo que es por ese sentimiento de perder el corazón, la cabeza, o la cordura, que he decidido no entregarme de nuevo a una mujer, y continuar viviendo en éste mundo de soledad, hasta que encuentre un motivo para dejar de hacerlo….
Sos groso sabelo
ResponderEliminarEsta Genial! :D
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