miércoles, 29 de noviembre de 2017

A la distancia.

Año tras año te veía. Día tras día pensaba, que algún día te hablaría.
Pasabas cerca y me fallaban los pies. Mi mente no era clara.
Pensaba qué decir. No sabía qué. Solo sabía que no debía equivocarme.
Busqué las palabras precisas, para que puntada a puntada
Se convirtieran en una madeja de oraciones, que una tras otra, me permitiera entablar algo contigo.
Pasaron los días, los años, y nunca me arriesgué.

A veces necesitamos solo un impulso externo para lanzarnos al abismo,
asumiendo los riesgos, asumiendo el miedo, reconociéndolo y continuando.
Un día te levantás, te enterás que una persona que amás ya no está y pensás,
¿cuántas cosas habrá dejado de hacer por miedo al qué dirán o al qué pasaría sí?

Y te parás por tu vida. Asumís que hay cosas que no tenés que dejar de hacer por miedo.
Que aún con el temor del futuro, lo vas a hacer, con miedo. Porque de eso se trata vivir.
De disfrutar de la incertidumbre de no saber qué va a pasar si hacés eso que querés, y no te arriesgas.

Salí a la palestra.
Me arriesgué, empecé a vivir.
Enfrentando mil y un demonios que me atormentaban, entre esos, hablar con vos.
Intentar que cada que te veo a los ojos, mis cobardes piernas que intentan huir, se mantengan en su sitio.
Que mi frágil voz se mantenga serena, y que los nervios que me acosan, no me jueguen una mala pasada.
Que cuando suena mi teléfono celular y aparece tu nombre, se me alegre el ratico, así sea para reírnos de estupideces.

Sin embargo, siento impotencia.
Impotencia no porque no estés conmigo, sino porque te merecés lo mejor del universo, y siento que no es del todo así.
Porque quizá vos no lo sabés, pero con una sonrisa, le podés alegrar el día al ser humano que se te atraviese.
Impotencia de saber que sos una persona tan increíble, que merecés salir de la mano con alguien, que sea por lo menos la mitad de increíble que vos, y se enorgullezca de tenerte a vos como su pareja.
Impotencia porque te merecés alguien que sonría con vos en las fotos.
Impotencia porque sos hermosa, y no te lo creés.

Tal vez yo no sea la mejor opción para vos, seguramente así es, pero lo que sí estoy seguro, es que no mereces amores a medias, sino amores completos.
Alguien que lo de todo, sin miedo, sin pena. Alguien con quien podás ser, podás creer, podás mejorar. Que te invite a soñar, Que te invite a seguir desarrollándote. Y sobre todo, que te acompañe siempre, especialmente, a ser feliz.

Ha sido todo un proceso de descubrimiento, esto de hablar con vos. Una muestra de que se puede vencer el miedo y los nervios, y hacer algo al respecto.

Salté al vacío, me arriesgué y acá he estado. Diciéndote todo lo que pienso, todo lo que siento, dándote gran parte de lo que soy, teniéndote cerquita y muy lejos, a la misma vez.

Gracias por tanto, Aleja.